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Patria o

Clarín.
Hace unos 10 años yo estudiaba en la Universidad de Lomas de Zamora una carrera del área de comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales. En ese momento, el nombre Kirchner no se conocía, como tampoco se conocía el de Sergio Bergman. Sí existía una incipiente discusión acerca del poder dañino de los monopolios en la construcción de sentido de la sociedad. Por aquel entonces, ya se hablaba de la necesidad de una nueva ley de radiodifusión que reemplazara a la de la dictadura. Y, por aquel entonces, ya había probadas razones para realizar el cambio.
Hizo falta bastante tiempo, la llegada al gobiernos nacional de una mujer, el voto no positivo de un hijo de putas, la marcada intencionalidad de un grupo multimedios, para que finalmente se llegara adonde estamos hoy.
A la luz de los acontecimientos, pareciera que la sentencia escrita en esta pared tiene más vigencia que nunca. Son pocos los que, de un lado o del otro, no sienten esta batalla como la madre de todas las batallas. Porque ya no quedan dudas de que se está discutiendo no solo la calidad de la información que recibimos todos los días, sino también el nivel de independencia que somos capaces de darnos frente a las ataduras y bajezas que durante años tuvimos que soportar como sociedad.
En estos meses hemos aprendido de qué manera son capaces de controlarnos, como podemos transformarnos en meros repetidores de eslóganes y clichés. Aprendimos como somos atravesados por el discurso hegemónico, al punto de hablar y hacer lo que nos dicen que hablemos y hagamos. En el mejor de los casos, somos conscientes de ese fenómeno, y nos mezclamos entre el montón para obtener algún rédito o intentar sostener lo que se cae (escribo esto y pienso en Cobos, en De Angeli, en De Narváez, en Carrió, etc). En el peor de los casos, somos parte de un vergonzoso ejército de zombies que repite "mordaza, leicá y censura", como antes lo hicimos con "caja, expropiación y conchuda".
Nos han manejado con una comodidad durante tanto tiempo que da bronca. El que diga que a él/ella nunca le pasó, miente. Pero justamente, como somos conscientes de lo que fueron capaces de hacernos, es que hoy somos lo suficientemente fuertes como para levantarnos frente al opresor y decirle en la cara: ya no te quiero más.
Esta nueva ley tiene todas las garantías de ser una buena ley, porque lleva la estampa de todo un pueblo que desde hace al menos diez años viene trabajando por dejar de ser invisible, mudo y esclavo. Será una buena ley porque ya no queremos que nos digan lo que somos, sino que queremos contar como somos, nosotros mismos.
El próximo viernes tenemos que estar orgullosos. Estaremos haciendo historia.
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1 comentario:

Casta Diva dijo...

Mariano, tu posteo es del 7 de octubre, hoy es 12 y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ya es un hecho. Todavía lo estoy festejando y pasa que la satisfacción es doble: por el 44 a 24, pero también porque la gente no se prendió en esta cruzada contra la "ley mordaza" o "ley K" que predicaban los payasos mediáticos como Bergman, De Angeli y demás elenco.
Creo que esto último es un punto muy interesante para analizar.
Saludos desde Mar del Plata.

PD: llegué hasta acá porque me pareció muy bueno tu comentario en el post de Eva sobre "El Bambino Bergman..."